Vie. Mar 29th, 2024

Roberto Ledesma, el «valiente guerrero» charatense que dejó su vida en las Islas Malvinas

Juan Roberto Ledesma es uno de los soldados charatenses que dejaron la vida en combate en las Islas Malvinas. El restante es Oscar Edgardo Mansilla.

Ledesma era oriundo de la zona rural de Charata y fue parte grupo de valientes que lucharon con admiración y coraje en la guerra de Malvinas, defendiendo su suelo y el honor de su país, sentando un hito en el sentimiento patriótico de los argentinos.

Fue soldado conscripto del Ejercito Argentino que integró el bravo Regimiento de Infantería 4. Se batieron contra un enemigo profesional, superando la situación desfavorable y sobrellevando la abrumadora superioridad de medios y la cruda hostilidad del ambiente. Aún así lucharon con honor cada uno en su rol de combate y del lugar que les fue asignado. Lo hicieron en la forma que fueron entrenados, como hombres de armas, con el celo de quien defiende lo propio y prioriza muchas veces la actitud por sobre la aptitud.

Aun estando en combate el conscripto Juan Roberto Ledesma jamas olvidó de sus pagos. En medio de la incertidumbre de la guerra Escribió una carta que años atrás fue leída públicamente en uno de los actos del 2 de abril. Allí mencionó a toda su familia, a sus amigos y lamentaba no estar en su terruño norteño para «ayudarlos en la cosecha de algodón».

Perdió su vida en un duro enfrentamiento en Monte Harriet. Hoy sus restos descansan en la Parcela «C» FILA 3/02 en el cementerio de Darwin.

En su tierra es reconocido como un verdadero héroe que cada 2 de abril llena de orgullo a la comunidad charatense al igual que sus camaradas. El Centro de ex Combatientes y Caídos en Malvinas de Charata lleva su nombre y apellido al igual que una calle del Barrio Arrudi. La EEP N° 102 de Pampa Sommer tambien se identifica con el.

El Capitan Jorge R. Farinella en su libro ¡Volveremos!, menciona las circunstancias en que se produjo el deceso de Roberto Ledesma:

«El 3 de junio, la Tropa de Reconocimiento del teniente Chris Marwood 42 CDO, acompañada por un equipo de control aéreo de la RAF (al mando del teniente Dennis Marshall-Hasdell), detecto una patrulla del RI 4 (hombres del Cabo Nicolás Víctor Odorcic pertenecientes al 3.er Pelotón del Subteniente Lautaro Jiménez Corbalán de la Compañía B en monte Harriet, en camino a reforzar a los hombres del Cabo Elvio Alberto Balcaza infiltrados en las laderas del Wall).​El pelotón británico abrió fuego y dos conscriptos murieron en el choque (Celso Páez y Roberto Ledesma), y el Cabo Odorcic cayó aturdido por un disparo en el casco de uno de los francotiradores de los marines mientras se refugiaban entre las rocas».

El Cabo Oscar Odorcic, en un testomonio dado a conocer en la misma publicación, manifiesta el orgullo por los Soldados Elso Paez y Roberto Ledesma a quienes menciona como «dos valientes guerreros».

La noche anterior habíamos recibido un intenso bombardeo y por la mañana me encontraba reunido con los soldados de mi grupo. Comentábamos lo ocurrido cuando nos interrumpe el estafeta de la sección. El subteniente Gimenez Corbalan ordenaba que me presentara en su puesto de comando acompañado de cuatro soldados para hacer una patrulla. Seleccioné a a los soldados Paez Elso, Acuña Jose, Ledesma Roberto y Ramirez Raul pertenecientes todos a la 3ra seccion. Del puesto de comando del jefe de sección nos trasladamos al del jefe de compañía donde recibí la misión de salir en patrulla, raciones de combate y algunas bengalas. Aproximadamente a las 11 hs. nos retiramos a cumplir la misión.

Debia tomar contacto con el Cabo Balcaza que con otra patrulla se encontraba próximo al Wall habían informado haber escuchado hablar en ingles. Nos miramos con los soldados y nos reímos, no se si por nerviosismo o porque aun no habíamos visto tropa enemiga y nos costaba creerlo. Comenzamos a avanzar por un campo minado a través de una calle dejada al efecto. Llegamos al Wall y trepamos a la cresta. El ruido de unos motores atrajo nuestra atención. Dejé como seguridad a los soldados Ramirez y Acuña a unos 100 metros a retaguardia y con los otros dos todos cuerpo a tierra comenzamos a observar. Por el anteojo de campaña note que el enemigo transportaba piezas de artillería colgadas de los helicóptero y vi a nuestro frente una ametralladora Mac preparada para abrir fuego. En esos momentos me pareció como si el corazón se me quisiera escapar por la boca pero estábamos frente a un serio peligro y el instinto de conservación y la responsabilidad de conducir una fracción me obligaban a resolver rápidamente. Los dos soldados que me acompañaban estaban un poco mas atrás que yo, giré mi cabeza hacia ellos y les hice señas de que se replegaran hacia otra posición.

Todo sucedió en pocos segundos, al volver mi vista frente al enemigo abrió el fuego y un tiro me pegó en la cabeza. Hoy cuento esto porque tenia el caso colocado. El impacto me dejó tendido y los soldados saltaron sobre mi cuerpo protegiéndome. Cerca de nosotros explotaron unas granadas de mano y otras lacrimogenas. Estábamos aturdidos en medio de todo esto. La sorpresa del ataque y aplastados al terreno por la acción del fuego que recibíamos. Yo pedía apoyo a los soldados que había dejado a retaguardia y no obteníamos respuesta. Le ordeno al soldado Paez que salte hacia retaguardia que lo protegería con el fuego de mi fusil. Al hacerlo recibe un tiro en el brazo derecho pero logra ocupar una nueva posición y me grita que salte yo que el me apoyaba. Pude hacerlo y ya próximo a otra cubierta veo que el soldado Ledesma recibía un tiro por la espalda disparado por un ingles con una pistola y casi simultáneamente aparecen mas ingleses gritando mientras se lanzaban al asalto para aniquilarnos.

Abro el fuego contra el que había dado muerte a Ledesma y lo mato. Aparentemente era un oficial. Con mayor furia nos disparaban cuando comenzamos a recibir apoyo de fuego desde nuestra posición con una ametralladora 12,7 mm y los morteros 81 mm. La seguridad que había dejado pudo replegarse. Con Paez seguíamos disparando, lo llamo para que saltara mas cerca de mi posición mientras me respondía que alli estaba bien. Un cerdo ingles sale detrás de una roca y con su pistola le dispara pegandole por el costado del pecho en las costillas. Paez me grita que saltara, que el se moría agregandome: ‘Suerte mi cabo’, y algo mas que balbuceo antes de fallecer. Sentí el pecho oprimido de angustia, de temor y de furia. El maldito ingles se arrastraba una cubierta y le apreté con fuerza el disparador de mi fusil dejando su cuerpo sin vida en el lugar. Mientras los otros continuaban avanzando y gritando, me arme de ánimo y pude hacer unos cambios mas de posición y luego corrí hasta que llegue al pie del monte. Recién en ese lugar pare y pude serenarme, mi corazón transpiraba de dolor, me sentía desgarrado por la perdida de mis dos soldados. Seguramente Dios en su infinita Misericordia había incorporado ese día a su milicia celestial a dos valientes guerreros argentinos que desde Chaco y Corrientes habían llegado para custodiar ese cielo como mártires de la patria.

 

 

649 bajas del Ejército Argentino

entregar a sus hijos para la defensa de su suelo y de lo que es más sagrado del honor de la Nación

Los bravos del Regimiento 4 de Infantería y de la Compañía de Ingeniero 3 se aprestaban para ir a demostrar su valor, de nada sirvieron llantos y ruegos de madres y esposas, los voluntarios se agolparon en la entrada pidiendo su turno para ser probados en el heroísmo y así partieron en esta misma Plaza de Armas

“Los bravos del Regimiento 4 de Infantería y de la Compañía de Ingeniero 3 se aprestaban para ir a demostrar su valor, de nada sirvieron llantos y ruegos de madres y esposas, los voluntarios se agolparon en la entrada pidiendo su turno para ser probados en el heroísmo y así partieron en esta misma Plaza de Armas, desde estas mismas cuadras que nos circundan, en las mismas camas de acero que hoy tenemos apoyaron el cansado cuerpo para dormir y soñar que la gloria los cubriría, se desvelaron quizás pensando que eran parte de una cruzada y un momento histórico irrepetible. En este mismo lugar se hicieron honor a la bandera y machadas a la gesta, no eran chicos, tampoco eran seres de bronce, solo hombres comunes que iban a defender lo suyo y allá fueron enfrentándose a las adversidades más extremas, sin perder el entusiasmos, los largos viajes, las pacientes esperas y los repentinos cambios de ordenes, en fin la incertidumbre de la guerra y de repente las Islas, las “ansiadas perlas perdidas”, el motivo de todo. Poco importó a los bravos el frío, el hambre, la lluvia, el cansancio de las interminables marchas, la soledad del pozo de zorro, estaban todo expectantes sabiendo que pronto iban ser protagonistas de una justa. Nos los quebró nada, hicieron lo que había que hacer, con la resignación del que todo lo da sin esperar nada a cambio. Todo en pos de la patria, la bandera, el camarada y el momento de la prueba llegó así como en la antigüedad los bravos Espartanos custodiaron las Termopilas sin importar lo que durara su sacrificios fueron pocos cientos contra muchos miles, así aguantaron los bravos del 4 contra el imperio, contra a adversidad, contra la injusticia y revelándose contra la dominación del más fuerte solo por el hecho del serlo”.

queremos una vez más hacer un sentido reconocimiento a quienes participaron en esta epopeya y llenaron de orgullo a toda una generación de Argentinos que hoy los admiran y respetan como verdaderos ejemplos de renunciamiento y entrega.

El abril de 1982 un grupo de valientes escribió con admiración y valentía uno de los capítulos más importantes de nuestra historia reciente y sentó así, un hito en el sentimiento patriótico de los argentinos, superando la situación desfavorable, nuestros hombres se batieron contra un enemigo profesional sobrellevando la abrumadora superioridad de medios y la cruda hostilidad del ambiente, aun así lucharon con honor cada uno en su rol de combate y del lugar que les fue asignado. Lo hicieron en la forma que fueron entrenados, como hombres de armas, con el celo de quien defiende lo propio y prioriza muchas veces la actitud por sobre la aptitud. El respeto y el reconocimiento que su desempeño despertó en el adversario, se aprecia en lo expresado por el General Británico cuando finalizaron los enfrentamientos, no cabe duda de que los hombres que nos opusieron era solados tenaces y competentes y muchos de ellos aún muerto en sus puestos. El Ejército Argentino es custodio de esa vocación así como el instrumento a través del cual, miles de camaradas cumplieron con su juramento de fidelidad y con el mandato constitucional de armarse en defensa de su país. es por ello, que la profesión militar en recuerdo de nuestros veteranos y héroes muertos constituye una responsabilidad ineludible ante la historia y ante el futuro de la nación

 

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